AGUA DE PANELA, ALIMENTO DE LOS ITUANGUINOS
En los años 1940 ante el intento de los grandes industriales de tomarse el mercado de la panela fabricándola en sus grandes ingenios, él gobierno Nacional tomo una sabia decisión:prohibio su elaboración a escala industrial sentenciando que “los ricos al azúcar y los pobres a la panela” en el año de ochenta el gobierno expidió la ley 40 de 1990,puesto que nuevamente los magnates del capital financiero y dueños de los ingenios azucareros pretendían apoderarse del mercado de la panela.El espíritu de la ley esta en que la producción de la panela debe continuar reservada para la caña panelera y en los trapiches artesanales.Prohive la fabricación de panela a partir del azúcar y de las mieles de ingenios.
Pasemos a mirara ahora las características alimenticias y nutricionales de la panela, en contraposición a las del azúcar y/o panela obtenida fraudulentamente de derretir azúcar.
Miremos detenidamente el siguiente cuadro que nos muestra de manera comparativa las ventajas de la alimentación de la panela sobre el azúcar.
El análisis de los contenidos de estos productos es claro: mientras la panela se convierte en un alimento con proteinas,minerales,vitaminas y otros oligoelementos que enriquecen las funciones digestivas, circulatorias y óseas, entre otras, él azúcar refinado es un elemento químico pobre en proteína y el que aporta cero miligramos de vitaminas al organismo, lejos de beneficiarlo, él azúcar lo perjudica puesto que exige al páncreas a producir insulina para poder desdoblar la sacarosa, producto de un proceso químico.
No en vano en los últimos años la diabetes se ha constituido en una de las enfermedades que mas muerte causa a la humanidad, gracias a la publicidad de las multicionales como: Coca Cola, y Pepsi Cola y a los monopolios Nacionales como Postobon.
Este consumo de “enbuchabobos” colas y gaseosas ha aumentado en forma vertiginosa y contrariamente el consumo de nuestro gran producto (la panela) ha disminuido
Lo anterior no pasaría si hubiera una campaña educativa entre nuestras gentes, promviendo el consumo de panela y se debería rotular como perjudicial para el organismo el consumo de azúcar refinada y aquellos productos que como las gaseosas, son endulzadas con estos azucares.
En nuestro municipio hay gran cantidad de trapiches paneleros, qué ocupan gran cantidad de mano de obra.
La panela se ubica como el segundo productor agrícola, después de café, en ocupación de mano de obra campesina en el país.
Merece destacarse nuestros deportistas nacionales que cuando viajan a competir al extranjero llevan la panela y les esta prohibido tomar gaseosas mientras dura la competencia, así podríamos mencionar la alimentación básica de ciclistas de renombre internacional como Ramón Hoyos,Martin Emilo Cochise,Lucho Herrera, Fabio Parra, entré otros…
Desde aquí invitamos a nuestras gentes a que consuman la panela nuestra como símbolo del trabajo honrado de nuestros campesinos y los innumerables beneficios para la salud…
sábado, junio 17, 2006
viernes, junio 16, 2006
miércoles, junio 14, 2006
CURANDEROS DE CULEBRA
Curanderos y Culebreros en Ituango: médicos comunitarios en extinciónEnviado el Monday, 09 August a las 09:18:31 por monica En Ituango, tierra de culebras sobre todo para los lados de San Agustín, Leones, tuvo en los curanderos de culebra, personas que con sus rezos y brebajes eran capaces de curar cualquier picadura de cerca o a remotas distancias.
Ituango, agosto de 2004. Sipaz/Nodo Antioquia. Por: Carlos Mario Gallo Machado. Periódico Heraldo del Norte Con información de Efrén David Campero.
Era muy común que un campesino se entrara monte adentro y saliera picado de culebra; todavía las víboras más comunes en los montes de Ituango son el verrugoso, la mapaná, la patoquilla y el pito, todos animales muy venenosos. Normalmente era muy difícil sacar un picado de culebra desde esas selvas tan distantes (dos o tres días de camino) por eso se utilizaba el curandero, quien inclusive era capaz de curar a distancia con sus secretos y rezos.
Pero no solo los humanos eran picados por culebras también lo podían ser las reses, las mulas y los perros que se ponían en manos de estos hombres considerados por algunos brujos, para otros botánicos, pero lo cierto es que la gente de estos pueblos les tenía mucha fe, ya que fueron innumerables los casos de curación que se conocieron tanto en humanos como en animales.
Hoy en día el curandero es muy escaso, porque muchos han muerto de viejos y los que saben no gustan de practicar el oficio; además porque ya no son tan solicitados como en otros tiempos debido a que se cuenta con mejores medios de transporte para llevar el paciente hasta el hospital del pueblo o remitirlo a la ciudad de Medellín y porque, por fortuna, se tiene mayor acceso al suero antiofídico.
El curandero de culebra en Ituango era muy respetado y acatado, y permanece en la memoria de sus habitantes con la jerarquía de médicos botánicos que prestaron un gran servicio a su comunidad.
José Villa: el mejor
En Ituango el curandero más famoso de culebra fue José Villa, como él no hubo otro en Ituango y sus alrededores; la gente lo buscaba en su casa a la falda del río para que con un rezo y sus secretos salvara la vida de una víctima de culebra; lo asombroso es que llegó a curar a un picado que estuviera en Santa Rita o en cualquiera de los montes de Ituango, de modo que acumuló tanta fama que lo venían a buscar de Yarumal y de pueblos de la costa norte.
Al morir José Villa se fue el curandero más famoso y efectivo que recuerde la historia de Ituango, pues a pesar de que su hijo heredó muchos de sus secretos, no ha llegado a ser igual a su padre.
Efrén David Campero, botánico ituanguino, recuerda que los curanderos decían en sus rezos oraciones como: “Con el gran poder de Dios y de las animas del purgatorio detente veneno como se detuvo Nuestro Señor Jesucristo en el huerto; con el gran poder de Dios y las almas del Purgatorio como se detuvo Nuestro Señor Jesucristo en el árbol de la cruz, con el gran poder de Dios y mi padre San Marcos, con el gran poder de Dios y mi padre San Mateo. San Pablo bendito fortaléceme para curar a este hombre de esta venenosa picadura de culebra, creo que puedo curarlo”; luego en la picadura hacían varias veces una cruz y rezaban tres Padre Nuestros.
Los culebreros
Claro que en estas regiones también se hicieron populares los culebreros, aquellos que de pueblo en pueblo van con su culebra Margarita recetando y curando achaques y, en estas lides, el más famoso de Ituango fue Dorance Montoya.
Nacido en la Plazuela, Dorance llegó a tener fama en toda Colombia, era común encontrarlo en Bogotá o en algún pueblito de la costa diciendo que venía de las selvas de Ituango.
Cierta vez después de haber hecho su espectáculo en la plaza de Ituango, Dorance se puso a beber en una cantina de calle caliente, allí en medio de los tragos le dio por acariciar su culebra con tan mala suerte que fue picado, fue tanto el susto que se le pasaron los tragos y al notar que la mano empezaba a hincharse no quiso ir al hospital y salió caminando hacia el Carmelo, con afán de encontrar a Efrén David, curandero muy bueno de culebra y como tal fue curado.
Fueron también culebreros en Ituango Manuel Salvador Nohaba Suárez, llamado cariñosamente Manolo, lo mismo que el famoso Salas.
Otros curanderos de culebra en Ituango fueron Chanito López de Quebradoncita; en Buena Vista y Palo Blanco estaba Ruperto Jaramillo; en el Tinto, por los lados de la Hundida, estaba Jesús Chancy y en Vijagual por San Juan de Rodas estaba Hilario Ríos, conocido cariñosamente como El Paisa, todos ellos excelentes curadores de culebra.
Aparte de sus oraciones, los curanderos tenían como implementos claves el ojo de venado (congolo), la cera virgen, el colmillo del venado, algunas matas como guayaquil y un bejuco llamado Villa.
Agradecemos a don Efrén David Campero, botánico ituanguino, que nos contó estas historias de nuestro pueblo.
Ituango, agosto de 2004. Sipaz/Nodo Antioquia. Por: Carlos Mario Gallo Machado. Periódico Heraldo del Norte Con información de Efrén David Campero.
Era muy común que un campesino se entrara monte adentro y saliera picado de culebra; todavía las víboras más comunes en los montes de Ituango son el verrugoso, la mapaná, la patoquilla y el pito, todos animales muy venenosos. Normalmente era muy difícil sacar un picado de culebra desde esas selvas tan distantes (dos o tres días de camino) por eso se utilizaba el curandero, quien inclusive era capaz de curar a distancia con sus secretos y rezos.
Pero no solo los humanos eran picados por culebras también lo podían ser las reses, las mulas y los perros que se ponían en manos de estos hombres considerados por algunos brujos, para otros botánicos, pero lo cierto es que la gente de estos pueblos les tenía mucha fe, ya que fueron innumerables los casos de curación que se conocieron tanto en humanos como en animales.
Hoy en día el curandero es muy escaso, porque muchos han muerto de viejos y los que saben no gustan de practicar el oficio; además porque ya no son tan solicitados como en otros tiempos debido a que se cuenta con mejores medios de transporte para llevar el paciente hasta el hospital del pueblo o remitirlo a la ciudad de Medellín y porque, por fortuna, se tiene mayor acceso al suero antiofídico.
El curandero de culebra en Ituango era muy respetado y acatado, y permanece en la memoria de sus habitantes con la jerarquía de médicos botánicos que prestaron un gran servicio a su comunidad.
José Villa: el mejor
En Ituango el curandero más famoso de culebra fue José Villa, como él no hubo otro en Ituango y sus alrededores; la gente lo buscaba en su casa a la falda del río para que con un rezo y sus secretos salvara la vida de una víctima de culebra; lo asombroso es que llegó a curar a un picado que estuviera en Santa Rita o en cualquiera de los montes de Ituango, de modo que acumuló tanta fama que lo venían a buscar de Yarumal y de pueblos de la costa norte.
Al morir José Villa se fue el curandero más famoso y efectivo que recuerde la historia de Ituango, pues a pesar de que su hijo heredó muchos de sus secretos, no ha llegado a ser igual a su padre.
Efrén David Campero, botánico ituanguino, recuerda que los curanderos decían en sus rezos oraciones como: “Con el gran poder de Dios y de las animas del purgatorio detente veneno como se detuvo Nuestro Señor Jesucristo en el huerto; con el gran poder de Dios y las almas del Purgatorio como se detuvo Nuestro Señor Jesucristo en el árbol de la cruz, con el gran poder de Dios y mi padre San Marcos, con el gran poder de Dios y mi padre San Mateo. San Pablo bendito fortaléceme para curar a este hombre de esta venenosa picadura de culebra, creo que puedo curarlo”; luego en la picadura hacían varias veces una cruz y rezaban tres Padre Nuestros.
Los culebreros
Claro que en estas regiones también se hicieron populares los culebreros, aquellos que de pueblo en pueblo van con su culebra Margarita recetando y curando achaques y, en estas lides, el más famoso de Ituango fue Dorance Montoya.
Nacido en la Plazuela, Dorance llegó a tener fama en toda Colombia, era común encontrarlo en Bogotá o en algún pueblito de la costa diciendo que venía de las selvas de Ituango.
Cierta vez después de haber hecho su espectáculo en la plaza de Ituango, Dorance se puso a beber en una cantina de calle caliente, allí en medio de los tragos le dio por acariciar su culebra con tan mala suerte que fue picado, fue tanto el susto que se le pasaron los tragos y al notar que la mano empezaba a hincharse no quiso ir al hospital y salió caminando hacia el Carmelo, con afán de encontrar a Efrén David, curandero muy bueno de culebra y como tal fue curado.
Fueron también culebreros en Ituango Manuel Salvador Nohaba Suárez, llamado cariñosamente Manolo, lo mismo que el famoso Salas.
Otros curanderos de culebra en Ituango fueron Chanito López de Quebradoncita; en Buena Vista y Palo Blanco estaba Ruperto Jaramillo; en el Tinto, por los lados de la Hundida, estaba Jesús Chancy y en Vijagual por San Juan de Rodas estaba Hilario Ríos, conocido cariñosamente como El Paisa, todos ellos excelentes curadores de culebra.
Aparte de sus oraciones, los curanderos tenían como implementos claves el ojo de venado (congolo), la cera virgen, el colmillo del venado, algunas matas como guayaquil y un bejuco llamado Villa.
Agradecemos a don Efrén David Campero, botánico ituanguino, que nos contó estas historias de nuestro pueblo.
martes, junio 13, 2006
lunes, junio 12, 2006
Suscribirse a:
Entradas (Atom)