Curanderos y Culebreros en Ituango: médicos comunitarios en extinciónEnviado el Monday, 09 August a las 09:18:31 por monica En Ituango, tierra de culebras sobre todo para los lados de San Agustín, Leones, tuvo en los curanderos de culebra, personas que con sus rezos y brebajes eran capaces de curar cualquier picadura de cerca o a remotas distancias.
Ituango, agosto de 2004. Sipaz/Nodo Antioquia. Por: Carlos Mario Gallo Machado. Periódico Heraldo del Norte Con información de Efrén David Campero.
Era muy común que un campesino se entrara monte adentro y saliera picado de culebra; todavía las víboras más comunes en los montes de Ituango son el verrugoso, la mapaná, la patoquilla y el pito, todos animales muy venenosos. Normalmente era muy difícil sacar un picado de culebra desde esas selvas tan distantes (dos o tres días de camino) por eso se utilizaba el curandero, quien inclusive era capaz de curar a distancia con sus secretos y rezos.
Pero no solo los humanos eran picados por culebras también lo podían ser las reses, las mulas y los perros que se ponían en manos de estos hombres considerados por algunos brujos, para otros botánicos, pero lo cierto es que la gente de estos pueblos les tenía mucha fe, ya que fueron innumerables los casos de curación que se conocieron tanto en humanos como en animales.
Hoy en día el curandero es muy escaso, porque muchos han muerto de viejos y los que saben no gustan de practicar el oficio; además porque ya no son tan solicitados como en otros tiempos debido a que se cuenta con mejores medios de transporte para llevar el paciente hasta el hospital del pueblo o remitirlo a la ciudad de Medellín y porque, por fortuna, se tiene mayor acceso al suero antiofídico.
El curandero de culebra en Ituango era muy respetado y acatado, y permanece en la memoria de sus habitantes con la jerarquía de médicos botánicos que prestaron un gran servicio a su comunidad.
José Villa: el mejor
En Ituango el curandero más famoso de culebra fue José Villa, como él no hubo otro en Ituango y sus alrededores; la gente lo buscaba en su casa a la falda del río para que con un rezo y sus secretos salvara la vida de una víctima de culebra; lo asombroso es que llegó a curar a un picado que estuviera en Santa Rita o en cualquiera de los montes de Ituango, de modo que acumuló tanta fama que lo venían a buscar de Yarumal y de pueblos de la costa norte.
Al morir José Villa se fue el curandero más famoso y efectivo que recuerde la historia de Ituango, pues a pesar de que su hijo heredó muchos de sus secretos, no ha llegado a ser igual a su padre.
Efrén David Campero, botánico ituanguino, recuerda que los curanderos decían en sus rezos oraciones como: “Con el gran poder de Dios y de las animas del purgatorio detente veneno como se detuvo Nuestro Señor Jesucristo en el huerto; con el gran poder de Dios y las almas del Purgatorio como se detuvo Nuestro Señor Jesucristo en el árbol de la cruz, con el gran poder de Dios y mi padre San Marcos, con el gran poder de Dios y mi padre San Mateo. San Pablo bendito fortaléceme para curar a este hombre de esta venenosa picadura de culebra, creo que puedo curarlo”; luego en la picadura hacían varias veces una cruz y rezaban tres Padre Nuestros.
Los culebreros
Claro que en estas regiones también se hicieron populares los culebreros, aquellos que de pueblo en pueblo van con su culebra Margarita recetando y curando achaques y, en estas lides, el más famoso de Ituango fue Dorance Montoya.
Nacido en la Plazuela, Dorance llegó a tener fama en toda Colombia, era común encontrarlo en Bogotá o en algún pueblito de la costa diciendo que venía de las selvas de Ituango.
Cierta vez después de haber hecho su espectáculo en la plaza de Ituango, Dorance se puso a beber en una cantina de calle caliente, allí en medio de los tragos le dio por acariciar su culebra con tan mala suerte que fue picado, fue tanto el susto que se le pasaron los tragos y al notar que la mano empezaba a hincharse no quiso ir al hospital y salió caminando hacia el Carmelo, con afán de encontrar a Efrén David, curandero muy bueno de culebra y como tal fue curado.
Fueron también culebreros en Ituango Manuel Salvador Nohaba Suárez, llamado cariñosamente Manolo, lo mismo que el famoso Salas.
Otros curanderos de culebra en Ituango fueron Chanito López de Quebradoncita; en Buena Vista y Palo Blanco estaba Ruperto Jaramillo; en el Tinto, por los lados de la Hundida, estaba Jesús Chancy y en Vijagual por San Juan de Rodas estaba Hilario Ríos, conocido cariñosamente como El Paisa, todos ellos excelentes curadores de culebra.
Aparte de sus oraciones, los curanderos tenían como implementos claves el ojo de venado (congolo), la cera virgen, el colmillo del venado, algunas matas como guayaquil y un bejuco llamado Villa.
Agradecemos a don Efrén David Campero, botánico ituanguino, que nos contó estas historias de nuestro pueblo.