En época de cosecha, Gloria y John Jairo consumen 720 kilos de guayabas semanales para preparar la mermelada y el bocadillo de esta nutritiva fruta. Una labor dispendiosa que realizan manualmente, con amor y sin preservativos. De cada
Además de los famosos bocadillos, en esta microempresa también producen panelitas, arequipe, dulce de leche y queso sin sal para las obleas.
John Jairo y Gloria trabajan largas jornadas con la ayuda de sus hijos. En la gráfica los acompaña John Edison, el mayor.
En la gráfica aparecen John Jairo Cardona; su esposa, Gloria Elena Correa; y su hijo mayor, John Edison Cardona Correa cuando posaron en el antejardín de su casa en Guatapé, para mostrar el diploma y el trofeo que ganaron.
El dulce amargo de hacer empresa
Desde el 10 de julio, sus productos se venderán en el Exito.
Microempresa familiar ganó el primer puesto en Antójate de Antioquia.
Tras más de 30 años de lucha, por fin ve cristalizar su sueño.Aunque ahora saborea las mieles del triunfo, John Jairo Cardona Londoño lleva grabados en el alma los más de treinta años de arduo trabajo a lo largo de su vida, así como las innumerables veces que le han cerrado las puertas al tratar de encontrar apoyo para surgir dignamente con su familia.Puertas que truncaron, inclusive, su formación educativa, a pesar de haberse graduado con honores en el Liceo Antonio Nariño, en Belén San Bernardo, tras cursar los primeros años en su natal Ituango; luego en el Seminario de Santa Rosa de Osos y después en el de Los Capuchinos, en La Estrella. "De ambos me echaron por falta de vocación", recuerda.Obtuvo un excelente puntaje en el Icfes y pasó sobrado a la Universidad Pontificia Bolivariana donde alcanzó a cursar el primer semestre de matemáticas puras, y luego, a la Universidad Nacional donde ingresó a ingeniería mecánica. Sin embargo, "no tuve los 38.000 pesos que me costaba el semestre para poder continuar", recuerda, con nostalgia.Teso en física, química y trigonometría, John Jairo Cardona ha sido siempre una persona inquieta a la que le gusta leer, investigar y averiguar el porqué de las cosas. Como buen antioqueño es un hombre todero y echado para adelante, al punto de rayar en la tozudez.Ante la falta de oportunidad para continuar en la universidad dedicó varios años a buscar fortuna por las vías del país. Se fue de ayudante de camionero a la Costa y a poco se volvió administrador de fincas hasta que el amor lo envolvió y se casó en Puerto Libertador con Gloria, su fiel compañera y socia en el trabajo. "Todo lo compartimos. Ella siempre está a mi lado en cuanto trabajo emprendo, ya sea sembrando, meciendo la guayaba o trasnochando parejo para tener los productos listos", señala John Jairo.De la Costa se fueron unos meses a Pereira, donde nacieron los dos primeros hijos y, luego, regresaron a Ituango.Una dulce encima Si algo lo caracterizado es su espíritu emprendedor, el mismo que lo llevó a convertir su finca en una gran despensa frutícola y de hortalizas, donde cosechaba desde café hasta maracuyá. Allí, hombro a hombro, junto a su esposa, "jornaliaba" de sol a sol, haciendo los surcos y abriendo los huecos para que Gloria pudiera sembrar. Luego vendía los productos de puerta en puerta.Llegó a tener una hectárea sembrada en maracuyá y fue el primero en introducir el sorgo en la región. "Era algo que nadie conocía en Ituango". La calidad de sus productos empezó a atraer la atención de vecinos que llegaban a comprar, los mismos a los que Gloria recibía con una fresca mazamorra con dulce."Al poco tiempo decidimos volver el dulce un bocadillo y trabajábamos toda la noche para hacer tres kilos. Se me ocurrió, entonces, echarles tres bocadillitos de encima a los paquetes de verduras y frutas de los clientes que, no solo agradecieron, sino que empezaron a encargarme bolsas de 18 cuadritos de bocadillo para comprar", explica John Jairo.El trabajo se aumentó. Ya Gloria y John Jairo no solo trabajaban todo el día en los cultivos sino que en la noches revolvían la guayaba a veces hasta el amanecer. "Primero compramos una sartén con capacidad para hacer 12 libras y al poco tiempo nos vimos obligados a conseguir una paila grande para 30 libras".Pero la dicha no es eterna. A pesar de que no tenían casa sino un rancho, "no nos faltaba comida. Todo lo producíamos en la finca, donde además teníamos vacas, conejos y cerdos. Infortunadamente las cosas cambiaron cuando llegó la violencia, la gente se empezó a ir y la situación económica se dañó porque no había con qué comprar", recuerda John Jairo, con dolor.Una oportunidadCon la esperanza de hallar una oportunidad laboral transitoria mientras se componía Guacharaquero, su vereda, viajó a Medellín con su esposa y sus tres hijos. No eran buenos tiempos.Cuando estaba al borde de la desesperación por la falta de empleo, y como un milagro, le ofrecieron la oportunidad de viajar a Londres.Si bien allí debió desempeñar múltiples oficios de limpieza, escaló posiciones, ganó varios premios como el mejor trabajador y pudo ingresar a una escuela de inglés.A su regreso, hace un año y medio, encontró que su esposa e hijos se habían ido a vivir a Guatapé, donde ella encontró un trabajo. Aunque su ilusión era regresar a Ituango, su familia ya se había amañado en el Oriente antioqueño.Lo que sí no cambió fue su proyecto de montar una fábrica de bocadillos. Con sus ahorros alquilaron una casita campesina en la vereda La Piedra donde adecuaron el centro de producción de su microempresa familiar Dulces de Guatapé.Las primeras ventas las hicieron en una mesita en el parque de Guatapé. Durante los primeros tres meses lograron vender entre 4.000 y 5.000 pesos cada fin de semana. Por supuesto, los ahorros se esfumaron. A medida que la gente conoció sus productos, las ventas mejoraron. Sin embargo, "la Alcaldía nos sacó del parque y nos envió a vender al Malecón donde, por cada salida nuestra debíamos cancelar 14.000 pesos de impuestos. Hoy, por fortuna ,solo pagamos 18.000 mensuales", explicó John Jairo.Los elegidosEl año pasado, mientras arañaban ventas aquí y allá, escucharon en la radio que estaba abierta la convocatoria para participar en el programa Antójate de Antioquia.El municipio de Guatapé los incluyó entre la lista de microempresarios y allí se resentaron con tres referencias: bocadillo de arequipe, rollitos y dulce de leche."Cerca de 800 expositores participamos con unos 4.800 productos en total. De éstos preseleccionaron unos 2.000 y eligieron a 250 ganadores en las diversas categorías, como son artesanías, turismo y alimentos", recordó John Jairo.Lo más emocionante fue cuando dijeron su nombre y supo que era el ganador del primer premio en alimentos. "Yo no lo podía creer. Me quedé inmovilizado y Gloria empezó a hacerme caras de que saliera".El premio no solo incluye trofeo, diploma, trámites ante el Invima, código de barras y capacitación, sino la oportunidad de ingresar a un almacén de cadena. Así, a partir del 10 de julio, Dulces de Guatapé estará en Almacenes Exito.Antójate de Antioquia es el impulsorAntójate de Antioquia es un concurso para promover la asociatividad, la creatividad y la formalización empresarial que desarrolló la Gobernación de Antioquia.El concurso tiene como objetivo posicionar en el departamento, en Colombia y en el exterior una marca de región denominada Antójate de Antioquia, que tiene como objetivo promover la calidad y variedad de productos hechos con insumos, mano de obra y recursos antioqueños. El año pasado, en su tercera versión, 250 productos de los 2.500 que se inscribieron fueron premiados en acto especial, y tendrán la oportunidad de ingresar a nuevos mercados.Además, los ganadores reciben estímulos como la obtención de registro Invima para los productos, establecimiento del código de barras, elaboración de catálogos, mejoramiento de empaques, capacitación en mejoramiento empresarial en todas las áreas, participación en ruedas de negocios y la posibilidad de ingresar a grandes cadenas de supermercados como Almacenes Éxito. La calificación de los productos se lleva a cabo con base en un software creado para este fin y con un jurado especializado, lo que brinda rigurosidad y transparencia en el proceso, como explica la Secretaría de Productividad y Competitividad.
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Un proceso manual y sin preservativosLas guayabas blancas, rosadas y rojas de San Rafael y El Peñol van a dar a las pailas de Dulces de Guatapé, donde John Jairo Cardona y Gloria Elena Correa las procesan con extremo cuidado. Luego de desinfectar las frutas con hipoclorito de sodio las lavan y les quitan cualquier tipo de imperfecto. De ahí las llevan a escaldar durante 40 minutos y las dejan en reposo hasta que liberen la pectina. El siguiente paso es llevar la fruta a la despulpadora y de allí a las pailas donde se bate por largas horas mientras se adelanta el proceso de la evaporación del agua hasta obtener el punto perfecto, según su receta.