martes, marzo 06, 2007

DON CANO EL ULTIMO HABITANTE DE LA COLONIA PENAL DE ANTADO (IN MEMORIAN)

EL PERSONAJE:

Por: Luis Albeiro Montoya Londoño.

En la edición número 52, página 11, de marzo de 2005 de este informativo, se hizo un pequeño comentario del fallecimiento de Don Nicanor Botero Bedoya, cariñosamente llamado en la región de Antadó, “Don Cano”, quien nació, creció y fue testigo del funcionamiento de La Colonia Penal Agrícola de Antadó. En esta oportunidad, se pretende presentar una nota biográfica para reconocer en él, su aporte a la historia del municipio, gracias a la información suministrada para elaborar una completa reseña de este centro de reclusión, que existió en la zona entre 1922 y 1950.
Nació el 10 de enero de 1916 en la vereda Santo Tomás, cerca de Antadó, en la familia conformada por Alfonso Botero Guerra y María Josefa Bedoya. Fueron sus hermanos Francisco Javier, Mariana y Luis Eduardo Mora Zapata, éste último por adopción y criado en el seno de esta familia. Cursó primero y segundo de primaria con dos profesoras: Las hermanas, Rosa Pastora y Teresita Bustamante. Siempre le gustó leer, escuchar noticias, bailar porro y merengue, y otros aires musicales en los que se empleaban instrumentos tan comunes de la época como el tiple, la guitarra y la lira, escuchar música colombiana, que era muy buena y en la que recuerda a dos presos que cantaban muy bonito como eran los hermanos Luis y Alfonso Jaramillo; además de tomar trago y jugar a las cartas.
Siempre estuvo soltero. Nunca se casó por descuido, según contó, a pesar que tuvo varias novias, entre ellas Virgelina Rueda, natural de Cañasgordas. Acerca de la manera cómo se conseguía novia en la época, opinaba que siempre ha tenido las mismas características. Una relación duraba cinco o seis meses, los casaban allá mismo y se celebraba una verdadera fiesta.
Padeció varias enfermedades, entre ellas, la anemia que le fue tratada y curada por el Doctor Palacio.
Desempeñó las profesiones de agricultor, cerrajero y constructor.
En lo que respecta a la religión, la gente era y ha sido muy católica. La Semana Santa la celebraron en 1946, cuando llevaron al templo de La Colonia, las imágenes religiosas, que permanecieron por muchos años en la vivienda de “Don Cano” y que después del fallecimiento de éste; fueron recuperadas y restauradas. Para dar cristiana sepultura a los difuntos, existió un cementerio localizado en un lugar conocido como” La Ospina”.
La sociedad de su época era muy unida, de buen vivir, trabajadora y sin vicios. Rechazaba acciones cómo el robo, la violencia y la envidia.
La forma tradicional de vestuario era la ruana, el machete, el carriel, el sombrero de cogollo blanco, la pañoleta y las alpargatas.
Con respeto a la vivienda, recordó que en los primeros ranchos fabricados; se empleó un elemento llamado” lindona o paja”. Dentro de las pocas viviendas que existían hacia el año de 1988, fueron encontradas en su interior, objetos domiciliarios como camas, un baúl, un cuartillo, una estantería, varias imágenes religiosas y un libro del Misal Romano.
La arriería fue notable, gracias a las recuas de mulas que trasegaban desde los municipios de Peque e Ituango, pasando por Santana del Valle, La Vega del Inglés, la finca La Armenia, El Alto del Yolombo, descendiendo luego hasta la quebrada de Antadó para llegar al próspero caserío. Destacó a los arrieros Félix Bustamante y Guillermo Roldán.