domingo, mayo 21, 2006
A UN TAMAL
Esponjado tamal! yo te saludo, ¡salve, mil veces, oloroso envuelto, bien venido si traes en tu vientre dos grandes presas y un carnudo hueso.
Corta fue tu existencia: ayer tan sólo en frescas verdes hojas te envolvieron, el espacio de un sol duró tu vida, nacido ayer y hoy mueres ya de viejo.
Voy a romper las ligaduras que atan las mustias hojas a tu blanco cuerpo, que arrojado con otros a una olla se marchitó tu vestidura al fuego.
Cortada está la guasca, hoja por hoja, suavemente separo con los dedos, y ante mi vista, blanco y sudoroso, te has quedado, tamal, en puros cueros.
Te contemplo en pelota y la cuchilla no me atrevo la llevar sobre tu cuello, porque temo encontrar al degollarte en vez de carite algún pelado hueso.
Aguarda, pues» yo aspiro tus olores entre tanto que un trago me atropello para tener valor dé acuchillarte, para tener valor de abrir tu seno....
A rezar lo que sepas, ya mi mano con cachi-blanco de afilado acero, aguarda la señal con impaciencia, de dar el golpe sobre tu albo pecho.
Que si cuna tuviste en una olla sancochado al hervor de un fuego lento, sepulcro te va ¡a dar esta barriga do has de dormir tu postrimero sueño.
Prepárate a morir; recibe el golpe.
Eso es, tamal...» así.... quieto, muy quieto, ¡Tris! ya se abrió tu abdomen abultado, mas, ¡qué es esto, gran Dios! qué es lo que veo!
Bien dije yo, tan sólo masa había donde soñé enconcontrar un buen relleno:
¡ Desilusiones de la vida humana soñar con carne y encontrar un hueso!
¡Y tánto olor y tánta vestidura, y tánta cinta para atar tu cuerpo, y al fin, venido a ver, ¿qué había en el fondo? Masa vinagre, pestilente cuero...
Tamal: si acaso vanidosa gente con sarcasmo te mira, con desprecio, dile que todo en este infame mundo es un blanco pastel sucio por dentro.