Gabriel Silva, Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, así lo plantea. Los cafetales que hay que renovar tienen más de 22 años de envejecimiento y eso, en caficultora, es la muerte.
Durante su período como gerente, desde julio del 2002, Silva ha logrado un impresionante despliegue internacional de los proyectos de valor agregado del café colombiano, como las tiendas Juan Valdez, y ha tenido la buena estrella de que una recuperación del precio internacional ha acompañado su gestión de mejoramiento de la situación de nuestros caficultores.
Silva explicará este miércoles en el Primer Foro Nacional sobre Café, que se realizará en el Congreso de la República, la propuesta del artículo 21 del Plan Nacional de Desarrollo sobre la contribución de los cafeteros a la Federación, el tema que mayor discusión origina hoy en el gremio.
Yamid Amat: ¿Cómo se renueva?
Gabriel Silva, Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros: Se cortan y la planta vuelve a nacer. La renovación multiplica por ocho el ingreso de los caficultores. Hay que renovar 60 mil hectáreas por año, durante los próximos cinco.
¿Por qué, si favorece, los cafeteros no la hacen?
Si cortan la mata no tendrían con que comer, porque la renovación dura dos años en volver a producir. Hay que sustituirles el ingreso durante dos años para que tengan que comer mientras vuelven a producir café...
¿Quién hace la financiación?
El Fondo Nacional del Café y el Gobierno Nacional. Estamos armando el programa y la idea es invertir 150 mil millones de pesos al año en renovación de los cafetales.
A los que renueven sus cultivos, ¿los van a subsidiar?
Todos los recursos que se utilizarán no son para la parte operativa de la renovación, sino para sustituir el ingreso que pierden durante el tiempo improductivo...
¿Cuánto dura un cafetal?
Para óptima producción, entre 3 y 5 años. Una hectárea envejecida sólo produce 100 mil pesos al mes para un caficultor; renovada, 800 mil; es la revolución social más importante que se puede hacer.
¿Por qué se escuchan a veces voces contra la Federación?
Desde algunos escritorios de Medellín o de los exportadores privados en las multinacionales es muy fácil teorizar sobre la caficultura; pero cuando uno recorre los cafetales se da cuenta de que sin caficultura no habría país, ni habría democracia y sin Federación y Fondo no existiría la caficultura.
Los cafeteros se quejan de esa contribución, ahora cuando están beneficiados por un buen precio...
Esa no es la queja de los pequeños caficultores, es comentario de los grandes que no quieren contribuir porque ya lo tienen todo. Son menos del 3 por ciento los que critican; son los que tienen carreteras, acueductos, servicios, no necesitan de seguridad alimentaría, ni técnicos porque pagan sus agrónomos.
Precios internacional del café
¿Cuál es hoy la situación del café colombiano?
Es igual a la de Lázaro: resucitó; hace 5 años todo el mundo creía que el café era el pasado y hoy vive una época de oro. Desgraciadamente, gran parte de la mejoría, se la ha robado la tasa de cambio.
¿El buen precio del café lo cree coyuntural?
No. Vemos tendencias estructurales de largo plazo; la demanda de café de calidad va creciendo a un ritmo muy importante y Brasil que es el principal determinante de los precios, no sólo está rezagado en producción sino que no tiene cara de mejorar. Además, ante la profunda crisis del periodo 1999-2002, una cantidad de producción salió del mercado, los niveles de producción altos de Brasil comenzaron a moderarse y se creó equilibrio entre oferta y demanda.
¿Es muy grave el impacto de la caída del dólar?
Le ha quitado a los caficultores cerca de la mitad de la recuperación del precio.
Pero, ¿quién ataja el dólar?
Hay cosas para hacer. Creemos que las reservas internacionales del país son bajas. Un país como Colombia, con la apertura de su economía necesita un nivel de reservas que puede ser fácilmente el doble del actual.
Los otros negocios de los cafeteros
¿Cómo van las tiendas Juan Valdez?
Son la punta de lanza de nuestro mercado. En el 2002 la Federación exportaba 700 mil sacos y ya vamos en millón y medio con valor agregado. Tenemos 65 tiendas; este año debemos terminar en 150, de ellas, 80 en Colombia, y unas 70 en el exterior. 12 millones de personas han pasado por las tiendas Juan Valdez, en Colombia y en el exterior. Y esa gente se lleva la experiencia del café perfecto y se vuelven apóstoles del café colombiano. Vamos a lanzar tiendas en Chile en asocio con Falabella y en Ecuador. Estudiamos la compra de una cadena de tiendas en Suecia, y vamos a entrar a Rusia, con tiendas en Moscú y en San Petersburgo.
¿Cuál ha sido su gran conquista en la Federación?
Una cosa importante es que hemos ido reconvirtiendo el portafolio de negocios de esta organización; hemos dejado atrás lo que no tiene que ver con el grano y nos estamos concentrando sólo en café.
A propósito, ¿por qué se perdieron las empresas bandera de los cafeteros: la Flota, Aces, Bancafé...?
Cada evento tiene explicaciones. En el caso de la Flota, el país cambió de política y se acabó la protección de bandera; metió la Flota en mercado abierto y no fuimos capaces de salir adelante; en el caso de Aces, una orden de la Corte Constitucional obligó a vender ese activo para darle liquidez a las pensiones de la Flota; el Banco Cafetero se perdió en la mitad de la crisis financiera del país. Los cafeteros no tenían el músculo financiero para defenderlo.
¿Quiénes son los dueños del café en Colombia?
Son 566 mil familias que tienen, en promedio, menos de tres hectáreas; el 95 por ciento son campesinos que tienen menos de una hectárea y media en café. Si no fuera porque existe la Federación no serían competitivos ni mantendrían presencia importante en el mercado mundial.