viernes, abril 20, 2007

PALABRAS DE DESPEDIDA DE DON PABLO EMILIO LONDOÑO EN EL TEMPLO DE SANTA BARBARA

SEMBLANZA DE PABLO EMILIO LONDOÑO CARVAJAL
Querida mamá, hermanos, sobrinos, familiares, querida esposa, mi niña María Fernanda; señores Funcionarios Públicos, amigos, señoras y señores; Ituango de mi alma:
Me corresponde afrontar en este templo de Dios y en este espacio, el momento mas difícil de toda mi vida. No obstante, debo proceder a hilvanar mi mas quejumbroso mensaje, el cual de suyo es abrumador, cuando se trata de referirnos a la muerte, y mas, cuando nos referimos a la partida de un Padre y progenitor.
Y es que hablar de lo que ha sido la parábola de la vida de pablo Emilio Londoño carvajal, es referirnos, y lo digo con todo el respeto por los presentes, a un ÏCONO y a un patriarca de nuestra comunidad; y es por ello, que hay que deslindar la vida de pablo Emilio, del mono Londoño, en varios aspectos. Veamos:
Primeramente, hay que expresar q pablo Emilio fue una ODA al trabajo, el cual lo enmarcó con esfuerzo mental y físico, permanente. El discurrir historio de este ROBLE que hoy emprende el viaje sin retorno, se centró en dignificar el trabajo como última ratio, última razón de nuestra existencia sobre la tierra. Nuestro Mono Londoño no conoció el juego ni la diversión que caracteriza la niñez. Nació en la vereda Cortaderal de Ituango y asistió a su niñez en la vereda de Palo Blanco, donde empezó va trabajar a la edad de cinco años, mientras muchos niños podían jugar y asistir a la escuela, y mientras ello ocurría, el cortaba caña soportando la pelusa bajo calores infernales y buscaba leña para mitigar la pobreza de su familia progenitora.
Pero no se quedó allí y emprendió rumbo al pueblo a la zona urbana, en donde la lado de una familia prestigiosa, aprendió el arte de la talabartería, empezando como obrero y luego, independizándose y arrancando con su propia talabartería en el sector de cuatro esquinas, en donde empezó a avanzar y a subir lentamente como en estaciones y sin mas fortuna que sus manos vacías y un corazón anhelante de progreso para sacar avante a su familia.
En la parte en lo que hoy se ha conocido como billares Metropol, tuvo una difícil estación y con caída, cuando producto de una toma guerrillera a nuestro pueblo, su talabartería fue incendiada y convertida en cenizas, por lo que debió levantarse, como con la ayuda del cirineo, y partiendo nuevamente de cero y sin mas materiales que sus manos encallecidas y emprendiendo nuevamente el vuelo como el ave fénix, luchando palmo a palmo, hasta ubicarse, en el hoy elegante pasaje peatonal de Ituango.
Y se hizo tan maravilloso en el arte de la talabartería, que la honradez y calidad de su trabajo, traspasó las frontera de su patria chica y empezó a diseñar y a concebir monturas y carrieles, símbolos de nuestra antioqueñidad, y donde fabricaba unas monturas de una calidad tan excelsa, que hasta un gobernador de Antioquia para entonces en ejercicio, el doctor Alberto Builes Ortega, se volvió su cliente exclusivo y pedía que le despacharan monturas y, hasta pagaba para el envío en avioneta.
Y que decir de los carrieles de cuero de tigre y de nutria, y donde personajes de la talla del ministro de transporte Andrés Uriel Gallego, se presumen de poseer un carriel de manos del mono Londoño y, de llegar hasta el punto de manifestarme un día este personaje en la ciudad de marinilla, de que necesitaba un carriel igual al que ya tenía de hechura de mi padre, y rivetiado a mano, para obsequiárselo al señor Presidente de la República. Que bonito oficio señoras y señores el fabricar carrieles; ese símbolo de la tierra paisa; ese menaje inconfundible de nuestros arrieros, el mismo que le colgaron en el pecho a Juan pablo II cuando visitó nuestra Nación.
Pero, pasemos ahora a su actividad política, entendida esta pasión pero en el sentido de servicio a la comunidad y como motor ideológico de la función pública, y de la administración de los entes territoriales.
Mi padre fue un inquieto y un interesado por las problemáticas del país, y por ello y por su talante, se hizo conocido de personajes que constantemente visitaban su taller como sitio obligado. Y es que con su actividad proselitista, se dio el lujo, hasta de ser amigo personal de Alvaro Gómez Hurtado; y aquí quiero traer a colación una anécdota, cuando estando en la ciudad de Yarumal en un encuentro en compañía de mi hermana rubia estela y econtrándonos de incognitos, se nos acercó el doctor Gomez Hurtado y nos comentó que ese señor Pable Emilio, era una persona con una mente brillante. Y en verdad que tenía razón el doctor Gomez, ya que mi padre fue siempre un defensor de la democracia, pero basada esta en el orden y en la autoridad; aquella autoridad democrática que en este gobierno ha ido sacando adelante a nuestro país y mostrándonos un rumbo muy diferente a otros años aciagos que hemos sufrido y padecido.
Y ese interés por la política, lo revistió con transparencia y reconociendo siempre los valores del adversario; por eso traigo a corolario una anécdota de hace ya bastantes años, cuando siendo concejal de Ituango servicio que prestó por muchos años, tuvo conocimiento de una visita a nuestro municipio por parte del senador Bernardo Guerra serna, y empero que se dio una oposición para su recibimiento por parte de algunos Ediles para atender a este senador liberal, Él lideró e impuso su idea de que se trataba de un hombre grande, y en consecuencia lo recibió con honores y gallardía; y fue tal el recibimiento que el doctor Guerra expresó en ese entonces, que el siendo liberal, en Ituango se sentía como el mas conservador entre todos los conservadores.
Pero es que el discurrir existencial de pablo Emilio Londoño, también descolló en el campo del HUMOR. Su vida fue una sinfonía de alegría perenne, empero sus afugias económicas; su vitalidad humana fue un chiste permanente; como se dice en el argot popular, una “mamadera de gallo”; fueron muchas las tomaduras de pelo que traspasaron también las fronteras de nuestro municipio; llegó hasta el colmo de vacilarse al recordado humorista Montecristo cuando un día hace muchos años, en que visitó a nuestra municipalidad, entró a la talabartería “Percal” y salió “totiado” de la risa, con los tiros del mono Londoño.
Y si nos vamos al bello arte de la música, pues fue mi maestro y mentor; el me enseñó las primeras notas para rasguear un tiple y una guitarra.
Por todas estas cosas queridos amigos, es que mi padre es el gran amor de mi vida; es mi tesoro infinito, indeleble, imborrable. El me infundió el amor por la lectura, por la música y la cultura. Él es mi maestro, mi poeta. Pero ahora, también es el momento de reconocer que aunque yo tuve la oportunidad de ir a claustros universitarios y prepararme un poco, en contraposición a él que regentó un segundo de primaria, debo reconocer que no legré superar a mi maestro, el me superó kilómetros, en sapiencia y sabiduría; esa sabiduría que permitió que por su taller desfilaran periodistas y reporteros de televisión. Él fue mostrario de primera línea, sobre los valores axiológicos y artísticos de ituango. Reposan en los archivos de Teleantioquia, varios documentales sobre tu trabajo y producción artesanal. Muchos paisanos y amigos, me llamaron en Medellín a felicitarme con orgullo, porque le habían visto en la pantalla chica, y con explicaciones de su trabajo, haciendo gala de tus artesanías en cuero y con sus conversatorios cargos de chispa y de doble sentido.
Por todas estas cosas, es que la inteligencia, el fino humor, la brillantéz y la sindéresis del conocimiento, no lo da Harvard ni la universidad de Salamanca; lo da natura, y el Dios del cielo que nos permitió el arribo a esta tierra. Por todo ello, tu papá eres mi faro de luz perfecto. Eres el amor entre mis amores.
Tu partida me causa sentimientos encontrados: Me causa desolación, pero me da alegría, ya que cumpliste como pocos tu misión sobre este planeta llamado tierra.
Gracias Padre por concederme el honor inmerecido de llamarme tu hijo. Me estremece, pero me alegra tu partida majestuosa. Contigo se va UN ROBLE del trabajo y un ejemplo de tenacidad para nuevas generaciones. Se va la rectitud, se va la impronta de la nobleza, del valor de la amistad.
Contigo se marchan tus últimos sueños; el anhelo de que Ituango tenga la represa de pescadero y la marginal del río cauca. Se que te sentiste orgulloso de mi, se que soñaste incluso y al lado de algunos amigos, con que el suscrito, llegase a ser alcalde de Ituango; pero tu sabes padre mío que yo me siento plenamente realizado, y que si en un futuro se dan las condiciones para ello porque no hay prisa, yo estaría dispuesto a servirle a tu pueblo, al que tanto amaste, a este pedazo, a este terruño, al que quisiste venir a morir, y a pesar de tener todo el cuidado de tus hijos en Medellín. Pero nos dijiste: quiero Morir y tener la tumba en mi pueblo, en mi Ituango donde nací, donde luche, y donde procreé y levanté a mi familia con amor.
Querido papá: Hoy te elevas hacia el firmamento con tus ojos azules color cielo. Hoy te vas a encontrar con viejos amigos de lides democráticas; compartirás con un Vicente Restrepo, con una pepa roldan, con un pipe zuluaga, con Miguel Bedoya, con un Mario morales, con Ernestina Mazo, Arnulfo Calle, Heriberto Gallo, Victor Palacio, con Luis Emilio Monsalve y con Aurelio posada. Y desde luego con tu ideólogo Álvaro Gomez Hurtado, de quien conservas orgulloso en tu taller, fotografías de este personaje Internacional y de grata remembranza. Con todos ellos, pasarás revista al porvenir de Ituango y de la Nación.
Hoy nos dejas, pero te llevas colgada en tu pecho la medalla de José Manuel Taparcuá, la condecoración que te impuso la administración de Ituango, como ciudadano ilustre y ejemplar, fuente de imitación para los ciudadanos y jóvenes que buscan formarse, y recuperar la plenitud de los valores éticos.
Hoy te reúnes con tu padre prospero Londoño y tu hermano Bernardo, y conformarán un trío celestial de Tiple, Guitarra y Violín: Darán serenata a tu madre Maria Carvajal; desde allá a tu esposa Nina, y vuestros espíritus recordaran las serenatas que daban por Palo Blanco, en Buena Vista y por la calles de Ituango, en aquellos tiempos mozos y en noches de luna, de cuitas y amoríos.
Adiós papá, amigo, parcero, confidente. Te entrego a mi Madre, a mi familia, a mi esposa, a mi niña maría Fernanda a quien tuviste la oportunidad de conocer, de besar y de gozar con sus ocurrencias. Gracias Padre mío y como me lo prometiste, estaremos en comunicación permanente. A todos Ustedes los presentes, paisanos del alma, quienes también son sangre de mi sangre, sin excepción; mil gracias por el acompañamiento y por el APLAUSO de reconocimiento que dan a mi Padre en su despedida. Gracias señor Párroco Guillermo y Conrrado, por llevar la virgen dolorosa con la “salve” María hasta el lecho de nuestro Padre, igualmente por su apoyo y oraciones sentidas. Gracias Cristo, Padre Celestial, te llevaste a Pablo Emilio el día de tu Resurección. Gracias Jesús Resucitado, y te imploro, derrama tus bendiciones y bienaventuranzas, sobre tus hijos de Ituango.. (ALVARO LONDOÑO G)