jueves, febrero 15, 2007

HISTORIAS DE CAMIONES, ESCALERAS Y CHIVEROS


HISTORIAS DE CAMIONES, ESCALERAS Y CHIVEROS
QUE CONSTRUYERON LA HISTORIA DE ITUANGO


Nuestro pueblo debe su primer progreso a los arrieros, quienes con su trabajo y sus muladas establecieron nexos de comunicación con otros sitios de la geografía regional y departamental. En ese entonces los Ituanguinos ya sabían que existía el carro y, a pesar de que la carretera llegaba sólo hasta San Andrés de Cuerquia, no podían ser inferiores al reto de ver automóviles rodando por sus calles. Los líderes de Ituango soñaban con un carro estacionado en la plaza. Fue en el año de 1954 cuando el inolvidable sacerdote Luis Carlos Jaramillo le propuso a don Javier Duque que adquiriera un vehículo, con el compromiso que, apoyado en el trabajo de la comunidad, adecuarían la banca desde Pescadero para que el progreso llegara a nuestro pueblo rodando en cuatro llantas.

Frente a la promesa del Padre Jaramillo, Don Javier se fue a Medellín y, en la empresa Leonidas Lara e Hijos, compró el primer carro que llegaría a Ituango, un Willys de la Segunda Guerra Mundial. El negocio se hizo por cinco mil pesos, con la condición que lo enviaran “engualacado” hasta Ituango y, además, acompañado por un mecánico que lo armara y lo pusiera a caminar por los empedrados ituanguinos.

Cerrado el trato el Willys fue desarmado, empacado y enviado, primero en carro hasta San Andrés de Cuerquia y después en mulas hasta su destino final. Para recomponerlo viajó el mecánico Gilberto Tejada, quien revestido de paciencia se dio a la tarea de armar la máquina.

Rugen los motores

Por fin, un día del mes de septiembre del año 1955, a la una de la mañana, ante una expectante e incrédula multitud nunca antes vista en Ituango (la Plaza y sus alrededores colmados de público) el automotor rugió por primera vez en la carrera Bolívar con calle Arias, al frente de donde hoy está el Granero Alfa. Fue una madrugada de verdadera fiesta viendo al Willys dar vueltas en el parque principal. A pesar de la hora las gentes gritaron vivas y corrieron tras el pequeño vehículo manejado por Don Javier Duque.

Así, en el año de 1955, comenzó la era del vehículo en nuestro pueblo. Se pagaban 10 centavos para viajar hasta La Plaza de Ferias, luego hasta El Mandarino, Pajarito, Filo de la Aurora, Chagualonal, Agua-Linda, La Eme, Los Galgos y, a medida que la banca avanzaba serpenteante gracias a los convites organizados por el Padre Jaramillo, el carro alargaba su ruta y bajaba a Patio Bonito, Calichal, la Vuelta del Bombillo y Pescadero, para trascender las fronteras municipales, cruzando el antiguo puente sobre el Cauca, construido todo en madera en el año de 1886 por el ingeniero José María Villa de Sopetrán, el mismo que levantó el Puente de Occidente en Santa Fe de Antioquia.

Después de pasar el puente de Pescadero, el Willys de don Javier, pudo llegar hasta Tacuí (cerca a El Valle de Toledo), lugar terminal de la carretera que llegaba desde Medellín. A partir de entonces, los pasajeros que venían en los buses-escalera cambiaban al Willys para ser trasladados hasta Ituango.

Aparte del mecánico Tejada, el único que sabía conducir era don Javier Duque, pero los muchachos soñaban con “manejar ese animal que caminaba en cuatro ruedas”. Fue el joven Arnulfo Calle Rengifo, muy afiebrado por la mecánica, quien tomó la delantera, seguido por Ramiro Espinal y Marco Tulio Correa.

Fueron precisamente estos pioneros quienes llevaron los siguientes tres Willys, vehículos que prestaron todo el servicio hasta 1963 cuando arribaron el primer camión y el primer carro escalera, recibidos en el parque con todo el jolgorio que fue capaz de organizar el Padre Jaramillo desde el parlante de la parroquia. Dijeron unos chistosos que las gentes al ver los primeros carros les trajeron “Aguamasa”.

Concluida la carretera, comenzaron los viajes diarios de escaleras entre Ituango y Medellín para el transporte organizado de carga y pasajeros. La primera empresa que prestó el servicio fue Transportes Félix A. Pérez para la que trabajaban recordados conductores como don Luis Arango, quien tenía fama de despacioso y le decían “Tabaco” porque fumaba mucho. Luego fue Transportes Arango que, con sus oficinas en Calle-Caliente, despachaba la escalera a las 5 de la mañana. En los años setenta llegó Coonorte, con conductores como Carusso y El Goyo, que hicieron historia por conducir veloz y arriesgadamente por la peligrosa carretera. Otros muy recordados fueron Guineo, Gustavo Fósforo, Tres Pelos, Federico el Papi (Se caso con ituanguina), Don José Cifuentes, Don Enrique Torres, Pedro Gumarro y Carlos Chaqueta.

Después de salir de Medellín a las seis de la mañana, normalmente los buses de Coonorte culminaban su viaje en Ituango a las dos de la tarde. Era toda una fiesta la llegada del bus, que hacía sonar su trompeta una vez asomaba en el Filo de la Aurora. Alrededor de veinte muchachos esperaban en Las Peñitas para correr tras el vehículo hasta llegar al parque, donde unos vendían “El Colombiano”, que llegaba al almacén Popular de Don Benjamín Gutiérrez , y otros cargaban las maletas de los viajeros. Otros muchachos se especializaban en “cuidar puestos” en las horas de la mañana y madrugaban para reservar una silla en la parte delantera del bus (donde no brincara tanto) para quien iba a viajar y por ello recibían una remuneración. Nelson Angulo administraba la oficina de Coonorte, ubicada en la salida para La Granja. Posteriormente fue Víctor Restrepo Bedoya “Víctor Coonorte” quien asumió el cargo cuando se despachaba en los bajos del antiguo Palacio Municipal, llamado por nuestros abuelos “La Casa Consistorial”.

Recién inaugurada la carretera se presentaron varios accidentes, como el del camión “tres y medio” que repartía la cerveza y que rodó al abismo antes de Patio Bonito, abajo de Los Galgos. Allí fallecieron varios jóvenes ituanguinos muy apreciados. Murieron Augusto González, Raúl Agudelo y el conductor Arturo Palacio. En este camión también viajaba Iván Correa (Mechas), quien al ver que sus compañeros iban muy ebrios prefirió apearse del vehículo minutos antes de producirse la tragedia.

Genealogía de las Escaleras

El primer carro escalera que llegó a Ituango para trabajar exclusivamente en el municipio lo llevó Tobías Arboleda a finales de los años sesenta, para transportar las personas que viajaban en la recién construida carretera que llegaba a El Río y seguía a La Granja. Este fue el famoso “K7” o “El Rey de la Trocha”. Luego vinieron las escaleras de don Guillermo Berrío, en la que muchos de nuestros actuales conductores aprendieron a manejar.

A Ituango a partir de los setenta, con la carretera de El Río avanzando hacia Santa Rita, Quebradona y Quebrada del Medio, llegaron otros carros escalera para atender la creciente demanda en las nuevas vías, vehículos que hoy permanecen en el servicio, bajo el cuidado de otros dueños que las “engallan” y mejoran a medida que van produciendo buenos dividendos.
La 01 de Libardo Quiroz, antes fue una Ford 56 de don Guillermo Berrío.
La 19 de Gildardo Zuluaga la llevaron los Angulo. Fue también de Ricardo Zuluaga.
La 40 de Humberto Pérez, es un HI, llamada “La Cachetona”. Era de Andrés Arboleda.
La de Julio Macías (Chucha), perteneció a Tobías Arboleda. Julio llegó a Ituango desde Don Matías, en calidad de ayudante de Luis Castro
La Píldora de Palomo (Cesar Agudelo Areiza, quien en otros tiempos fue gran portero de fútbol, defendiendo los colores de la selección Ituango)
La Camila de Argiro, que inicialmente fue un tres y medio que llevó don Bernardo Zuluaga “El Mono” y fue convertida a escalera
La escalera de Pacho Vera “Cidra”, una camioneta Dodge, ingresada al parque automotor ituanguino por Sigifredo García y luego convertida.
La 06 de Ramiro Espinal, fue de Arnulfito Calle.
La 29 de Efraín González, que pasó por las manos de Bernardo Zuluaga “Tamal”, de Luis Ángel Ruiz y de Rubén López.
La Café de Ramiro Espinal, uno de los primeros conductores nativos, quien trabajó tantos años en el Municipio manejando una volqueta que finalmente el vehículo fue conocido como la “Volqueta de Ramiro”
La 13 de William Pérez, una Piragua inicialmente propiedad de Guillermo Berrío.
La Angurria es nueva de estar en Ituango, Sus dueños se hacen llamar “Los Aliados”.
La de Sigifredo García cuyo primer dueño fue Jaime Zuluaga, fallecido en un trágico accidente en el campo de aviación (Aeropuerto La Providencia).

Volquetas y buses

La primera volqueta particular que rodó en las polvorientas calles y carreteras municipales fue la F6, más conocida como la Calandria de don Arnulfo Calle. En ella se trajeron toneladas de arena del río para las primeras construcciones de cemento en Ituango. Fue famosa hasta que se accidentó en los años 80 en el sitio conocido como Chagualonal, lugar que se utilizaba como botadero de basura. Justo mientras descargaba una “volquetada” de desechos se fue al abismo. El conductor era Román Tapias, llamado cariñosamente "Bola de Nieve", quien se salvó en forma milagrosa.

También existió otra volqueta en los años setenta, una Ford 60, propiedad de don Guillermo Berrío. Otro automotor de esta categoría que actualmente rueda en Ituango es una Ford Piragua, llamada “La Esperanza”, propiedad de la familia Calle Rivera y manejada por Pedrito Calle.

En cuanto al autoparque oficial del Municipio, la primera volqueta fue la F6 que manejaba don Arnulfo Calle y que luego se recordaría como la "Volqueta de Ramiro". Después se adquirió una International, que prestó sus servicios bajo el cuidado de conductores como Román Tapias, Genaro, Marquitos Alvarez, Cosiaca y el recordado Florro, quien se mató en ese vehículo, abajo de la piscina, en la salida para La Granja. Allí hay un monumento en recuerdo

La Dodge manejada por Ernesto, Gabriel, Juan Manuel Céspedes “Chato”, Marcos Álvarez, Heriberto Roldan “Bombillo” entre otros.

La Rodo Viaria, una volqueta brasileña, identificada así por una placa con esa inscripción, era de color amarillo. Manejada por Julio Alvarez “Gallino” y por el recordado Oscar Jaramillo Londoño, a quien cariñosamente le decían “El Burro”. También la manejó "La Roncona". Otro conductor fue Amado Jaramillo “Conejo”, quien se rodó en ella por los lados de Buena-Vista.

La Chevrolet, administrada por Marcos Alvarez , Toño González, Nelson Espinal, Juan Manuel Céspedes “El Chato”, Jaime Arias, Guillermo Villa y Jairo Calle.

El Municipio ha contado con otros vehículos como la volqueta International modelo 96, comprada en la alcaldía de José Milagros López, el planchón, manejado por Jairo Calle, Jaime Arias y Luis Carlos Rivera “El Avestruz” y el camión, adquirido en la primera administración de Jaime Montoya.

Se suman a este inventario dos buses. El llamado bus del colegio o "El Viejito" llegado a mediados de los ochenta para transportar a los alumnos del Liceo a sus prácticas agropecuarias en la finca académica, ubicada en la falda del río. Y en 1999, en la alcaldía de Jaime Montoya, el municipio compra un moderno bus, un International último modelo, para transportar nuestras delegaciones culturales y deportivas, bajo la responsabilidad de Jairo Calle y Luis Carlos Rivera.

Los Chiveros

Al llegar las carreteras a nuestro pueblo empezaron a aparecer los Chiveros, vehículos particulares que, sin estar afiliados a una empresa, prestan el servicio de transporte, compitiendo entre ellos mismos y con las empresas organizadas.

Unos chiveros famosos en nuestro pueblo han sido los del amigo Rubén López. Recordamos una camioneta Ford azul, que en Ituango llamaban “El Sida”, una camioneta Dodge amarilla, llamada “El dengue” y una camioneta Chevrolet 52 llamada “La Iguana”. Javier Vargas de Cenizas también tuvo su chivero, que después cambió por una escalera

Gilberto Bolívar fue otro Ituanguino, a quien no le podía faltar su chivero. Bolívar tenía una camioneta blanca que viajaba especialmente para Quebrada del Medio. También tuvieron su carro para “Chiviar”, el recordado Jairo Pérez y su hermano Alberto. Nazareno Aristizábal tuvo un camión Ford 54 que le cargaba la panela a don César Piedrahíta desde Las Chambas.

Con la apertura de la carretera hacia “La Hundida” y “Palo-Blanco”, aparecieron también los chiveros hacia esas veredas. Recordamos el de Gustavo Saldarriaga “Gustavito” y la camioneta blanca 74 de Eugenio Jaramillo (Eugenio administró por muchos años la oficina de Rentas Departamentales, además de ser un gran artista e intérprete de la guitarra). Y en ese recorrido cómo no recordar al famoso “Dragón” o al Land Rover de Argiro Correa, el chivero de Octavio Alvarez Upegui de La Hundida, o el de Otoniel Henao de El Tinto, un Plimouth francés, famoso por el cierre automático de sus puertas (se cerraban con un alambre y un alicate).

Hoy saltan por esa vía el Suzuki LJ de “El cura”, el Dodge de los Agudelo de Quebrada del Medio y el camioncito de Alberto Pérez.

Conductores de leyenda

Los primeros camiones que entraron a Ituango fueron los de Transportes Félix A. Pérez, que tenía su oficina en la calle Peatonal (antes calle Católica) enseguida de donde está hoy “La Mejor Esquina”. Fueron sus conductores Alberto Restrepo, don José Gómez y sus hijos (oriundos de Don Matías). A ellos los siguieron "el Mono Makiú", Gustavo Salazar, Luis Ángel, William Isaza, Alfonso Osorio y su hijo, Mario Eusse, "Chucho Colilla" y un camionero a quien llamaban “Frisoles” entre otros. Recordamos un camión doble troque manejado por don Guillermo, que llegaba semanalmente cargado con cerveza. También transportaba cerveza y gaseosa un camión sencillo, manejado por Héctor “Chilingos”.

Camioneros famosos han sido los hermanos Jaramillo, Raúl (La Perra) y Gilberto (El Morado), hijos de don Arturo, quien atendía una surtida tienda de abarrotes, donde hoy “Sánduche” (Hernán Restrepo) ofrece sus productos en “La Mejor Esquina”. Recordamos también a "El Alcalde", quien murió en la cabina de su camión víctima de un infarto, a Heriberto "Pate´plomo" a Román Pérez y José Gómez ("Tola y Maruja") con su par de destartalados "dodges" y al desaparecido Walter López y su camión. Sus hermanos Gonzalo y Albeiro “La Pingua”, han seguido la tradición que comenzara su papá, el querido Rubén.

Otros que "machacaron" piedras entre Medellín e Ituango o que todavía continúan en la brega son Nelson y Jaime Angulo, Germán Mazo, Cristóbal Barrera y su ayudante Cutuso, Ricardo Zuluaga, "Los Peludos", Nelson Atehortúa, "Callejas", don Uriel, entre otros.

Ituango ha sido tierra de conductores y de los buenos. Es el caso de Nazareno Aristizábal, dueño del récord de 3 horas y 45 minutos para viajar entre Ituango y Medellín, al mando de una ambulancia y llevando al señor Lucianito Cardona, quien presentaba peritonitis luego de ser apuñalado. El propio Nazareno batió el récord para ese mismo recorrido con vehículos pesados, al cubrir la distancia en cinco horas, viajando, sin carga, en una volqueta HI del Municipio.

Recordamos a conductores como Albeiro Pérez “Condorito”, “la Guagua”, los hermanos Quiroz, "Caneco", "Chamizo", "Lolita", Pompilio, César Calle, Ramiro Espinal y su hijo Giovanni, "El Cura" además del recordado “Pescado” y los llegados de otros municipios, especialmente de San Andrés de Cuerquia y que trabajaron por muchos años en nuestro pueblo, como Ovidio “el Ahorcado”, Ramiro, Hernando, Omar Losada además de los famosos “Turco” y “Lumbumba”, que ayudaban a cargar y descargar.

La fuerza de los Ayudantes

El servicio de transporte terrestre de carga y pasajeros obliga a la presencia de auxiliares o los llamados "ayudantes", que a la llegada de los primeros carros a Ituango tomaron el apelativo de "fogoneros", recordando una labor que se efectuaba en los trenes atizando el fogón para la caldera. Los ayudantes son aquellos hombres que alistan los carros, colaboran en el cargue y descargue, cobran los pasajes y responden ante los pasajeros por las maletas y encomiendas.

Muchos ituanguinos que hoy son propietarios de vehículos de servicio público empezaron en esa labor. De los primeros ayudantes en Ituango recordamos a Raúl Correa “La Gata”, hijo de Clementina Correa de El Carmelo (recientemente fallecida en Medellín), Daniel Mazo “Aguadulce”, Héctor Mugre (no se perdía entierro y velorio), los hermanos “Bucheperra”, Roberto y Guillermo, quien se hizo tristemente famoso porque, a pesar de no saber manejar bien, una madrugada, en medio de unos tragos, salió con varias personas hacia El Río en la escalera de la cual era ayudante y como estaba "buñuelo" y pasado de copas se volteó en el paraje que conocemos como "La Vuelta de Micaela" o "la Vuelta del C..." matando a varios pasajeros.

Aicardo Legarda trabajó por muchos años en las escaleras de don Guillermo Berrío. Recordamos a Legarda con un trapo rojo en la cabeza y, como le gustaba fumar hierba, hacía el viaje ameno y agradable con sus retahílas y cuentos. Humberto Lopera "El Ojón", también fue de los primeros ayudantes o fogoneros como se les llamaba al principio. Otros de la época fueron Salvador Cárdenas, “La Cucha” y Luisisto Macias.

Pedrito Marín, igualmente, fue de los primeros ayudantes en Ituango. En esos tiempos se hacían famosos por la fuerza para descargar y cargar camiones. Fue el caso de Pablo Graciano, de gran fortaleza y contextura física, de quien se ponderaba que había cargado a sus espaldas una nevera hasta llevarla a Santa Ana, subiendo por Media Falda (de La Hundida para arriba) sólo ayudado por una cargadera y que igual proeza había cumplido con un enfriador para Santa Rita, subiendo por la loma de Colombia, de La Granja para arriba. En Ituango, cuando alguien fanfarroneaba con su fuerza se le decía: ¡ni que fuera Pablo Graciano!.

Otros hombres de fuerza fueron Ernesto Pérez, Ovidio (Mascabucho), Eusebio Rojas, "Poldo" Arias, Reinaldo, Jesús Antonio Gil “Suso Gil”, el encargado en Semana Santa de quemar la pólvora. Recordamos también a Sarrazola, Norman Zapata, “Racimo”, Pedro Bastidas, “El Negro” que ha sido también lustrabotas, lo mismo que al famoso “Carepicha”, Carlos Múnera y Oscar Pantoja. Más contemporáneos son Godofredo David, Mirús, Fernando y Gustavo Gómez, Majuña, Care Cidra, El Ñato, El Viejo, Guata, Gasparín, La Hormiga, Cocoliso, Muñeco Precioso, Chicharro, Zumbambico, Piña, Mala Cara, El Gurre, Chayán, Caretigre, Petaco, el Pato y otros nombres que se escapan de la memoria pero personas que recordamos y que con sus fuerzas han ayudado a edificar a nuestro pueblo.

Los conductores y ayudantes tienen sus "amañaderos", sitios en donde se reúnen para comentar los hechos del día, tomarse una cervezas y "matar" el tiempo libre. A finales de los sesenta y setentas el tertuliadero era la Heladería Central de Javier Pino. Actualmente es La Orquídea, donde Javier Uribe, heladería fundada en los años 80 por Gustavo Mazo. Antes y por muchos años funcionó allí el almacén de Salvador y Bernardo Correa. Otro sitio donde se amañan es en la Bomba, en el negocio de Marco Tulio Carvajal en Calle Caliente.
El hotel preferido por los conductores en los sesenta fue El Central, propiedad de doña Raquel Vargas y después de doña Lucila Castañeda. También fue muy visitado el hotel de doña Marta Giraldo, ubicado en lo que conocemos como la Peatonal.A principio de los 80 el hotel donde llegaban los conductores era el de Aleyda,ubicado en Calle Caliente, dónde esta El Portofino, Los restaurantes preferidos, el de Carlos Oquendo y el de Antonio Restrepo (Toño Mondongo) ubicados en Calle Caliente. Cuando llegaban a La Granja se hospedaban y alimentaban en el Hotel-Restaurante de Pelayo.

En ese tiempo en Ituango no había parqueaderos y los carros permanecían día y noche en el parque principal y en La Bomba (estación de servicio administrada por don Julián Monsalve). Como los carros amanecían en la calle los celadores que los cuidaban eran Jorge Mazo, David Mazo, El Chivo y Samuel Espinosa “La Muerte”.

Quisimos rendir un sencillo homenaje, recordando esas primeras historias de carros y carreteras y, sobre todo, de aquellos hombres conductores y ayudantes que con su trabajo honesto han ayudado al progreso de nuestro pueblo.