sábado, febrero 17, 2007

FREDY CUENTA COMO PERDIO SU PIERNA CON UNA MINA QUIEBRA-PATA



Ni una mina ataja los sueños de Fredy

El niño, de 14 años, perdió parte de su pierna izquierda por una mina.

Recogía leña en una vereda de Ituango cuando pisó el artefacto explosivo.

Descargó la leña para descansar un rato, anduvo unos cuantos pasos y el sonido de un pequeño crujido al pisar con su pie izquierdo fue lo último que Fredy Yepes Palacio, de 14 años, escuchó antes de que la explosión lo elevara del suelo.Aterrizó al instante, en medio de una humareda que lo confundió por un momento y, sin saber aún qué le había pasado intentó pararse. "Me sentía los pies entumecidos, bregaba a pararme y nada, no era capaz. Cuando me veo: un pie quebrado y el otro vuelto nada".Su madre, Dora María Palacio, que lo buscó minutos antes, y tres amigos con los que andaba, presenciaron la tragedia."A Fredy lo cogió una bomba... a Fredy lo cogió una bomba", gritó Dora.Su voz atrajo a Antonio Rodríguez, un vecino que escuchó primero el estallido y luego los gritos de la madre, pasadas las diez de la mañana del martes de la Semana Santa pasada.No fue una bomba sino una mina antipersona la que interrumpió, a un lado de la vía que va de la vereda Buena Vista al casco urbano de Ituango, en el norte de Antioquia, el descanso del niño campesino.Fredy entró a la lista de más de 500 niños y niñas, víctimas en el país de estas armas proscritas por el Derecho Internacional Humanitario (DIH)."Toño Rodríguez me ayudó a pararme y me montó en su espalda hasta una casa cercana", recordó el menor, quien tuvo conciencia para pedir que "atajaran" una moto que oyó pasar por el camino para que lo llevara hasta Ituango."Mi mamá me preguntó si era capaz de montarme... Le dije que sí y me apreté del que iba manejando".A la mitad del camino se encontraron con la ambulancia que el hospital San Juan de Dios, de ese municipio, envió después de recibir una llamada de los familiares de Fredy.Durante ese tiempo, más el que pasó en el hospital de Ituango y el que demoró en un avión que lo trajo a Medellín, donde llegó, a las 3:00 de la tarde (casi cuatro horas después de la explosión) el pequeño estuvo conciente.Así ingresó al Hospital Pablo Tobón Uribe, a pesar de que perdió mucha sangre.Vida tranquilaMuy poco había alterado la vida de Fredy hasta ese martes santo: clases de lunes a viernes en el colegio de la vereda Palo Blanco, donde estudia octavo grado; sábado dedicados a ayudarle a su papá, Ramón Yepes, a desyerbar, abonar o recoger café, si era época de cosecha;y domingos para jugar y descansar.Él es la mano derecha de Ramón, porque sus tres hermanos mayores, de un matrimonio anterior de su padre, están fuera de casa."Me gustan mucho las matemáticas, el español y artística (...) mejor dicho, me gustan todas las materias y leer de agricultura, máquinas, tecnología", contó Fredy en una habitación del Hospital Pablo Tobón, lejos de la vida que llevaba en la vereda Buena Vista.Todos los días caminaba, sin ningún temor, media hora de ida y otra media de regreso hasta el colegio, donde un día le hablaron de las minas antipersona."Es como una jeringa en la parte de arriba, que es lo que uno pisa, pero eso lo tapan, lo esconden. Y abajo está la bomba conectada con unos cablecitos y estalla cuando uno quita el pie", recordó de la explicación que le dieron en el salón de clase.Ni la enseñanza de aquel día ni las historias que él mismo ha visto lo alertaron.Tampoco uno que otro combate que ocurrieron en la vereda, o muy cerca, entre el Ejército y las Farc.Cuando sucedían, esperaban el final del abaleo debajo de las camas.Hace un año, por ejemplo, el Ejército persiguió en un helicóptero a un grupo de guerrilleras y éstos buscaron refugio en las viviendas, pero el asunto no pasó a mayores.A pesar de los miles de campesinos que huyeron al casco urbano en los últimos años, la familia de Ramón Yepes nunca se desplazó."Andaba tranquilo, no pensaba que esto me iba a pasar (...) a veces me dan ganas de llorar porque el dolor es muy berraco".Contó que en la vereda vive John Guerra, un joven de 18 años que, como él, pisó una mina y perdió parte de una pierna."Ya tiene prótesis. Y con la plata que le dieron (la que entrega el Gobierno a víctimas del conflicto armado), se compró unos cerdos. Hace poco, se puso a manejar moto, se accidentó y el zoquito se lo dañó".Niño valienteVendrán días difíciles para Fredy: a la adaptación de la prótesis en la pierna izquierda, amputada por debajo de la rodilla, le sigue la recuperación de la fractura abierta en la derecha."Cuando llegó al hospital, Fredy tenía un valor de 3 de hemoglobina, cuando lo normal en un niño de su edad es de 14. Estuvo tres días en la unidad de cuidados intensivos (...) Es característico en los niños que nos llegan del campo, verlos muy animados, parece que no se dieran cuenta de la realidad. Y Fredy está contento porque quedó con rodilla y puede doblarla", dijo con admiración Andrés Arismendi Montoya, ortopedista y traumatólogo del Pablo Tobón Uribe.Si las cosas marchan bien, la recuperación estará lista de seis meses a un año. "Esto va para largo", advirtió el médico.Fredy también lo supo, pero desde ya, sabe lo que quiere para su futuro: volver a la vereda Buena Vista y seguir estudiando. "La finca es faldudita", es su mayor preocupación, porque no sabe cómo manejará la prótesis para los días en que vuelva a la vida de campesino.*Su madre autorizó la publicación de esta nota para que quienes instalan minas se den cuenta del daño que hacen.